Con la llegada del invierno, hay quienes siempre desean ahorrar en calefacción intentando conciliar la necesidad de no sufrir frío con la de no pagar una factura desorbitante. Combinar confort térmico y costes de calefacción razonables puede resultar difícil, sobre todo para quienes no viven en casas de última generación, equipadas con sistemas tecnológicamente avanzados, con ventanas herméticas y un aislamiento exterior súper eficiente.
Ahora, ¿resulta más conveniente dejar la calefacción encendida todo el día o mantenerla encendida solo unas horas al día? Mientras que algunos abogan por un uso más moderado de la calefacción, otros creen que no es óptimo encender y apagar la calefacción varias veces al día.
La finalidad de este post es descubrir cuál es la mejor solución para proteger nuestra salud y nuestros ahorros.
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Calefacción siempre encendida al mínimo o solo cuando estamos en casa
En el debate sobre cómo encender y usar la calefacción, hay, por un lado, quienes creen que los radiadores solo deben encenderse cuando realmente estáis en casa, durante unas horas, quizás un par en la mañana, al despertar y después de volver del trabajo hasta que es hora de irse a dormir.
Según esta lógica, el ahorro se produce porque el funcionamiento de la calefacción se limita al mínimo en términos de tiempo. Esta opción tiene desventajas desde el punto de vista de la comodidad, ya que al volver a casa, después de unas cuantas horas fuera, el ambiente dentro del hogar estará frío.
Después de encender la calefacción, el aire tardará mucho en calentarse. Cuando esto sucede, normalmente será hora de irse a la cama, justo cuando decidís apagar la calefacción. Claro está, encender la calefacción a ratos no es lo más idóneo para el bienestar térmico doméstico.
¿Encendiendo la calefacción por unas pocas horas realmente se ahorra dinero?
Para mucha gente encender la calefacción por unas horas es sinónimo de ahorrar en la factura, pero ¿realmente compensa con el ahorro económico? Para responder a esta pregunta conviene hacer algunas consideraciones:
- En primer lugar, hay que tener en cuenta que el ahorro no solo proviene de la factura, sino también de los costes de mantenimiento de la calefacción.
- Desde este punto de vista, utilizar calefacción intermitente no es la solución óptima.
- Otra variable a tener en cuenta respecto a la posibilidad de ahorrar en calefacción, es también la salud. Desde esta perspectiva, encontraremos que el calentamiento intermitente no es la alternativa más viable. Para entender por qué, es necesario profundizar en el concepto de “diferencia térmica”.
La diferencia térmica: Cómo afecta la calefacción y a la salud
La diferencia térmica indica la diferencia entre la temperatura real de la casa y la temperatura deseada, configurada en el termostato. El uso discontinuo de calefacción implica una mayor diferencia térmica que el uso de calefacción constante porque la temperatura de partida es más baja.
Si, por ejemplo, usamos la calefacción de forma intermitente, claramente, en el momento en que encendemos el termostato, tendremos una casa fría, porque la calefacción lleva mucho tiempo apagado. Para alcanzar la temperatura deseada, la calefacción comenzará a funcionar a la máxima potencia en aras de alcanzar la temperatura deseada en el menor tiempo posible.
Usualmente, para conseguir que los radiadores calienten la casa lo antes posible, pondremos en el termostato una temperatura superior a la que realmente queremos. Teniendo en cuenta estos elementos, podemos ver fácilmente cómo el funcionamiento de la calefacción intermitente conduce a una serie de problemas y costos relacionados:

Aumento del mantenimiento
Impulsar a la calefacción a que funcione a la máxima potencia, provoca un esfuerzo mecánico considerable, lo que somete a sus componentes a un mayor desgaste y por tanto a un mayor riesgo de averías.
Los órganos internos del sistema están fuertemente estresados por estas sacudidas entre las pausas y el funcionamiento a máxima potencia. Ello contribuye al aumento de las averías y al desgaste más acelerado de los componentes.
Alto consumo
Dada que la estancia a calentar ha estado fría durante muchas horas, el sistema de calefacción debe contrarrestar la inercia de la estancia que tiende a enfriarse más a partir del frío. De esta forma ocasiona una gran pérdida de calor y, en consecuencia, un alto consumo de gas.
Problemas de salud
Con el uso intermitente de la calefacción, debido a que el sistema trabaja a máxima potencia, la temperatura de los radiadores aumenta considerablemente, superando muchas veces la temperatura de consigna.
Dado que el aire caliente tiende a moverse hacia arriba, esto arroja una mayor volatilidad del polvo. Las partículas de polvo hacen que el ambiente sea insalubre, especialmente para aquellos que son alérgicos y se ven obligados a respirar aire insalubre en el hogar.
Pobre confort térmico
Una vez encendida la calefacción tras una parada prolongada, a causa de la intensa actividad, los radiadores alcanzarán temperaturas elevadas, tanto que se quemarán. A pesar de ello, percibiremos una desagradable sensación de frío en la estancia, debido a que las paredes aún están frías y, mediante un efecto radiante, transmiten el frío a la estancia.
Además, cuando la temperatura en la casa finalmente sea aceptable, habrá pasado mucho tiempo, incluso 2 o 3 horas. En ese momento, probablemente decidamos apagar la calefacción y la temperatura vuelva a bajar.
Conclusiones
Todo indica que apagar la calefacción no es la mejor solución por sus repercusiones negativas en términos de mantenimiento, consumo de combustible, confort térmico y salud. Lo más recomendable, por tanto, es dejar al mínimo todo el día.
Mantener la calefacción encendida durante muchas horas, incluso día y noche, implica importantes diferencias de funcionamiento. Especialmente porque el sistema trabaja a la mínima potencia, ya que solo tiene que mantener la temperatura alcanzada en el ambiente
El “motor”, por otro lado, estará menos estresado y la calefacción durará más con los años, incluso, fallará menos. Sin mencionar que la casa siempre estará cálida y acogedora al encontrarse en el grado de humedad adecuado.
Ahora, para obtener los máximos beneficios de vuestro sistema de calefacción con este método, debéis instalar una calefacción de última generación que garantice una alta eficiencia y un rango de modulación muy alto.